BREVE HISTORIA
En 1890 se creó la compañía del Ferrocarril Bilbao-La Robla, que inauguró
en 1894 esta línea de vía estrecha cuyo fin era transportar el carbón de
las cuencas mineras leonesas y palentinas hasta Bilbao, para satisfacer la
demanda de este mineral de la potente industria siderúrgica vasca.
Como el carbón que había que transportar no era mercancía perecedera y
podía soportar dilatados plazos de transporte, la vía se adaptó con
fuertes rampas y pendientes a la orografía del terreno. No se prodigaron
construcciones ni obras de fábrica y debido a lo accidentado del terreno
(la parte sur de la Cordillera Cantábrica) el trazado, perpendicular a las
cuencas de los ríos Torío, Esla, Cea, Carrión, Ebro, Engaña o Trueba, se
convirtió en uno de los más duros de los ferrocarriles españoles, además
de constituirse con sus 340 km como la línea de vía métrica más larga de
Europa.
Uno de los puntos más reseñables es el puerto del Cabrio, en el que
comienza el progresivo descenso desde Espinosa de los Monteros (Burgos), a
más de 700 metros de altitud, hasta el nivel del mar en Luchana (Bilbao).
Su servicio de viajeros fue modesto, pero dada la escasez de
comunicaciones de la época fue eficiente. Para el transporte de
mercancías, su tráfico más importante, tuvo un variado y potente parque de
locomotoras de vapor y diesel, cuya base se situaba en Valmaseda (Vizcaya)
y en menor medida en La Robla (León) y Mataporquera (Cantabria).
En los años sesenta, después de una lenta degradación de las vías debida a
la falta de inversiones, pasó a ser explotado por FEVE (Ferrocarriles
españoles de vía estrecha).
En 1991 cesó el servicio de viajeros y en 1994 se clausuró la
sección central de la línea, entre Guardo y Arija.
En los últimos años FEVE ha rehabilitado parte de esta línea y tras firmar
un convenio con la Junta de Castilla y León se restableció el servicio de
viajeros en la totalidad de la línea el 19 de mayo de 2003.
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